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Se conoce únicamente que era indio pintor, vecino de Quito en 1642, y que tenía bohío en la parroquia de San Blas.

ARTE COLONIAL QUITEÑO, RENOVADO ENFOQUE Y NUEVOS ACTORES, Carmen Fernández, et al. QUITO, 2007, p. 222

Pintor mestizo, citado en 1663 en el testamento de doña Ana de Cabrera, hija natural de Sebastián de Benalcázar. A este informe se añade que el pintor había dejado una escultura como prenda por una deuda con Ana de Cabrera.

ARTE COLONIAL QUITEÑO, RENOVADO ENFOQUE Y NUEVOS ACTORES, Carmen Fernández, et al. QUITO, 2007, p. 222

Pintor mestizo, afincado de Quito en 1675.

ARTE COLONIAL QUITEÑO, RENOVADO ENFOQUE Y NUEVOS ACTORES, Carmen Fernández, et al. QUITO, 2007, p. 222

En 1633 se le ubica como maestro pintor y dorador, natural y residente de la villa de Riobamba. Se conoce de su existencia gracias a un concierto que indica que los indígenas del pueblo de San Andrés lo habían sacado de la cárcel para que firmara una escritura en se obliga a renovar la pintura y dorado del retablo grande y colaterales de la iglesia del pueblo. Los indígenas principales de San Andrés, Agustín Cuxi, Agustín Buñay y Jerónimo Bilcapi, debían pagar al pintor excarcelado la suma de quinientos patacones de a ocho reales el día de la firma del contrato, y otros quinientos luego del término de dos años y medio. Esos quinientos se entregarían a Melchor Cuadrado de Vargas como pago por las deudas del artista.

ARTE COLONIAL QUITEÑO, RENOVADO ENFOQUE Y NUEVOS ACTORES, Carmen Fernández, et al. QUITO, 2007, p. 221, 222

Los protocolos de Riobamba del año 1643 lo consignan como pintor vecino de la Villa de Villar Don Pardo y que adeudaba a Gonzalo de Torres Hinojosa, vecino de Loja, ciento treinta y siete patacones de a ocho reales, por haber adquirido algunos animales. Este pintor debe haber trabajado, con toda seguridad, varias obras para los templos de Riobamba.

ARTE COLONIAL QUITEÑO, RENOVADO ENFOQUE Y NUEVOS ACTORES, Carmen Fernández, et al. QUITO, 2007, p. 221

Consta como indio pintor que, en enero de 1606, se concertó con Pedro de Lenis, Mayordomo de la Santa Vera Cruz para hacer un crucifijo coronado. Después de conseguir el respectivo permiso de las autoridades, el trabajo debía estar concluido para el domingo de Ramos de ese año. Fue pintor formado en la escuela de fray Jodoco Ricke, sabía leer y escribir y por ello en el concierto consta su firma.

ARTE COLONIAL QUITEÑO, RENOVADO ENFOQUE Y NUEVOS ACTORES, Carmen Fernández, et al. QUITO, 2007, p. 220

Indio del pueblo del Quinche, del ayullu de don Timoteo Tacuri, maestro cantero. En 1664 contrata con el hermano jesuita Marcos Guerra, arquitecto y artífice de la iglesia de la Compañía, para realizar “una portada de piedra” para el colegio de los jesuitas. Los conventuales le daban el almuerzo y la merienda, y la obra debía concluirse en marzo de 1665.

El trabajo de Aulis, primorosamente acabado, sobrio y elegante, puede admirarse todavía en el presente. Se considera que la portada del Colegio de los jesuitas, junto con la de las conceptas y la del Carmen Bajo, son de las más elegantes que se levantaron en Quito.

Diego Aulis

ARTE COLONIAL QUITEÑO, RENOVADO ENFOQUE Y NUEVOS ACTORES, Carmen Fernández, et al. QUITO, 2007, p. 201, 202

Como cuanto albañil participa en 1662 en la construcción de la Catedral de Quito.

ARTE COLONIAL QUITEÑO, RENOVADO ENFOQUE Y NUEVOS ACTORES, Carmen Fernández, et al. QUITO, 2007, p. 201

Albañil mestizo, poblador de Quito, aparece en un contrato de 1623 por el que se compromete a trabajar en el convento de San Francisco. Los eclesiásticos le pagarían, en un año, doscientos veinte patacones, una botija de vino cada dos meses y el sustento diario en el almuerzo. Álvarez continuó la obra de Mitima, Morocho y Borja; y es, en gran parte, autor de los hermosos claustros del convento franciscano.

ARTE COLONIAL QUITEÑO, RENOVADO ENFOQUE Y NUEVOS ACTORES, Carmen Fernández, et al. QUITO, 2007, p. 200, 201

Tenía un sello característico que decía “Corrales me facit” para dejar testimonio en todas sus obras. Nació en un lugar llamado Isla, en la vecindad de Trasmina, obispado de Burgos. Solía llamarse a sí mismo “hijo de García Hernández de los Corrales”. Mientras estuvo en la Península fue maestro mayor de las Reales Fábricas. Contrajo matrimonio con Clara de Soto, hija legítima de Sancho Avendaño y Clara González de la Sota, con quien tuvo tres hijos; dos de ellos nacieron en Quito y el otro en Lima. Falleció en la Ciudad de los Reyes, el 26 de abril de 1612. Permaneció en la Real Audiencia de Quito por espacio de siete años.

Parece ser que Corral fue el primer arquitecto civil que llegó al territorio de la Real Audiencia. El 7 de enero de 1604 aparece en un concierto como maestro del arte de la cantería de ciertas obras que no se han identificado. Entre sus trabajos arquitectónicos consta la bóveda de la Capilla Mayor de la iglesia de La Merced. La obra tomaría un año, a un costo de tres mil quinientos patacones. A través de su discípulo Juan Quintana, se comprometió con los jesuitas a construir un horno de cal y una calera, ubicados en el valle de Sanlgolquí.

Juan del Corral

ARTE COLONIAL QUITEÑO, RENOVADO ENFOQUE Y NUEVOS ACTORES, Carmen Fernández, et al. QUITO, 2007, p. 198, 199

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